El papel carbón era muy útil en los tiempos de las máquinas antiguas de escribir. Para evitar escribir por duplicado los textos, documentos, etc... se colocaba una hoja de papel carbón y así obteníamos una copia exacta.
En muchas manualidades, se requiere pasar un dibujo de forma exacta y no siempre es un folio el material de destino. Por ello, no se puede calcar directamente como si de un folio se tratara. Y aunque quisiéramos transferir la imagen a un papel, no siempre se aprecian bien los detalles. Es por ello que a veces necesitamos el papel carbón. Sin embargo, dependiendo de lo que queramos hacer, esto no es posible porque los trazos copiados de esta manera no se borran fácilmente y pueden dejar marcas indeseables en nuestras manualidades.
Un sustituto muy fácil, barato de hacer y que evita estos problemas es
rayar un papel con un lápiz. Éste ha de ser de los oscuros, no hay que emplear las minas que son suaves (el número 2, por ejemplo, nos iría bien).
Las medidas de dicho papel dependerá de nuestro dibujo. Una vez tengamos hecha esta base, tan sólo hay que colocarla en el material de destino (la madera, el folio, etc...) y poner encima el dibujo. Fijarlo bien con celo para que no se mueva y empezar a repasar el dibujo.
Con esto conseguiremos una suave copia que podremos modificar, repasar y borrar fácilmente en caso de necesidad.
He empleado esta técnica varias veces y me ha funcionado muy bien. El papel carbón no era el adecuado y me dio problemas al no poder borrarlo completamente, quedando la manualidad de calidad inferior y era una pena.
Con este simple ejemplo, podéis ver los buenos resultados que se consiguen copiando un dibujo muy sencillo, pero que puede ser tan complicado como lo deseemos:
Trozo de papel rayado y el dibujo a copiar:
El papel rayado lo ponemos boca abajo sobre el material de destino (en este caso es un papel):
Ponemos el dibujo a copiar encima del papel rayado y repasamos:
Obtenemos el dibujo copiado:
A partir de aquí, empezaría la manualidad que tuviéamos pensada.
